lunes, 10 de mayo de 2010

OIMAKU del anillo de mi abuelo

OIMAKU del anillo de mi abuelo, dorado, con un sello grande, rojizo y brillante que me fascinaba de pequeño. Mi abuelo falleció y acabé, en cierto modo, heredándolo. No me lo pongo. Es demasiado ostentoso y no me gusta, pero lo conservo con mucho cariño.

5 comentarios:

Madame Blavatsky dijo...

Las cosas de los abuelos nunca se olvidan. Pero por eso yo prefiero heredar antes de la muerte, así ya no te la recuerda. Yo he heredado hace tiempo un camafeo antiguo de mi abuela, que me encanta, y que me dio porque me gustaba, ahora que aún puedo decirle lo mucho que me gusta su camafeo.

Anónimo dijo...

Es un buen punto el tuyo. Debo decir, sin embargo, que yo tenía cuatro o cinco años cuando le decía a mi abuelo que me fascinaba su anillo. Y, por lo visto, según me cuenta mi madre, mi abuelo me lo dio en herencia porque yo lo decía mucho de pequeño. Debía de tener diecipico años cuando murió, y me sorprendió que mi madre me explicara la historia de por qué había recibido el anillo. Yo no me acordaba en absoluto.

hatsue-san dijo...

Mira. Yo me cabreé con los parientes de Sentmenat porque en casa de mis abuelos había una pistola antigua que me encantaba (tranquilos, no funcionaba) y no sé que coño han hecho con ella, pero ya no está allí. Creo que la tiraron cuando murió mi abuelo y me cabreé mucho con ellos porque me hubiera gustado heredarla.

hatsue-san dijo...

Es algo que siempre te recordará a tus abuelos...

Anónimo dijo...

Esto de las herencias es un marrón, la verdad. Las familias se pelean por esas tonterías. En fin...